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¿Qué va primero, el huevo o la gallina?

En México existe una percepción generalizada de que pagar impuestos es un mal necesario, o incluso algo que debe evitarse. Muchas veces, esta idea surge de la desconfianza hacia las instituciones y de frases que todos hemos escuchado: “no se ve en las calles”, “se lo roban todo”, “¿para qué pagarlos?”. Sin embargo, esta manera de pensar nos ha llevado, como sociedad, a buscar esquivar nuestras obligaciones fiscales, sin darnos cuenta de que muchas veces terminamos afectando la estabilidad de nuestras propias empresas.


Quisiera tomar como ejemplo el concepto de “estrategia fiscal”. Es un término que escucho con frecuencia y que, a mi parecer, suele interpretarse de forma equivocada. La Real Academia Española define estrategia como “arte o traza para dirigir un asunto”. En ese sentido, una estrategia fiscal no es un mecanismo para evitar pagar impuestos, sino una forma de planear y cumplir adecuadamente con las obligaciones fiscales de una empresa, aprovechando los beneficios y herramientas que la ley permite. Cuando se busca únicamente pagar menos a cualquier costo, entramos en terrenos de elusión o evasión fiscal, lo cual puede traer consecuencias graves.


El problema de fondo es que, en muchos casos, no existe una verdadera cultura de planeación. Las decisiones se toman sobre la marcha y los problemas se atienden hasta que “la bomba está por estallar”. En mi experiencia, hay dos tipos de bombas: la financiera y la fiscal. La primera explota cuando el flujo de efectivo se agota; la segunda, cuando el orgullo o la falta de previsión nos alcanzan.


Si un empresario comienza a planear su “estrategia fiscal” desde el primer trimestre, ya va un paso adelante. Pero si no lo acompaña de una planeación financiera sólida, el esfuerzo puede quedarse corto. Es como emprender un viaje a Alaska para ver las auroras boreales sin mapa, sin dinero ahorrado y sin una ruta clara.


Entonces, ¿qué debe hacerse primero? La respuesta es sencilla: la planeación financiera.

Para saber cuánto vas a pagar de impuestos, primero necesitas saber cuánto vas a ganar.

Para saber cuánto vas a ganar, necesitas estimar tus gastos.

Para estimar tus gastos, debes entender tu flujo de efectivo.

Y para conocer tu flujo, primero tienes que proyectar tus ventas.


Cuando haces eso, ya estás construyendo tu planeación financiera.


La estrategia fiscal viene después, como una herramienta para optimizar resultados, flujo o ambas cosas. Te recomiendo comenzar a ver al fisco no como un obstáculo, sino como un aliado que puede ofrecerte certidumbre. Rodéate de asesores que compartan esta visión y verás cómo trabajar con claridad y cumplimiento te da algo más valioso que cualquier ahorro inmediato: paz mental y crecimiento sostenible.

 
 
 

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